“God Save the Queen”
fue una de las canciones más vetadas de toda la historia del Reino
Unido. En su letra podemos encontrar frases como: “Dios salve a la
Reina, no es un ser humano” o “El gobierno fascista te ha
convertido en un idiota, una potente bomba de hidrógeno”. Esta
canción es uno de las más emblemáticas dentro del movimiento punk,
movimiento que canalizó el descontento de una generación contra el
estado de la sociedad.
Independientemente de que
se esté de acuerdo o no con el mensaje de la canción, su censura es
una muestra más del intento de unos cuantos de continuar manteniendo
el control sobre la mayoría.
La censura es un mecanismo
de control sobre la población. Lamentablemente, somos testigos de
ella constantemente en medios como la televisión, donde los
telediarios se han convertido en grandes altavoces propagandísticos
de determinados partidos. Sin embargo, quizás lo más terrible sea
cómo poco a poco la censura se ha ido integrando en la sociedad y
nosotros. Nuestra concepción de lo “políticamente
correcto”, nuestra necesidad de limitarnos a nosotros mismos, de
auto-censurarnos ha sido el causante (junto con una sociedad que
tachaba de anti sistema a cualquier que saliera del camino ya marcado
y que se atreviera a provocar).
Además, como apunte
personal, debo añadir que la censura es el obstáculo más
frustrante desde el punto de vista creativo. No hay nada tan terrible
como que cualquier tipo de obra artística (escritura, pintura,
música…), creada así porque es tu forma de sentir las cosas o de
ver el mundo, sea suprimida totalmente o parcialmente por la
imposición de un organismo superior. Nadie debería decidir qué
películas, libros o canciones debemos consumir, el ser humano es
libre de decidir qué es lo que quiere y tiene derecho a rechazar o
aceptar algo según le guste o no.
Pero, al final, ¿puede la
censura frenar los deseos o las inquietudes de una generación? ¿O
puede que el problema esté en la censura que ejercemos sobre
nosotros mismos?